En esta entrega podemos observar cómo
ha cambiado la visión y producción del director, si bien recae en un cine más mainstream
abre un canal para el consumo de un público más amplio esto podría ser por el
hecho que hace un dialogo más fluido influenciado por el personaje ya arquetípico
del vampiro y las posibilidades que este tiene.
Jarmusch explota la temática de
estas criaturas inmortales desde su trinchera, los dibuja desde las subculturas
estadounidenses que están dentro del jazz o el garage rock, con estos ritmos se
desarrolla la película. Las escenas mantienen un claroscuro dibujando la trama
nocturna, los personajes son los mismos rechazados que Jarmusch ha dibujado
desde sus inicios, pero sumándoles un ambiente más exótico y a la vez saturado
de objetos que se han conservado con el paso de los años. Cada habitación es un
retrato de la personalidad de estos personajes, sencillos, predecibles, pero
bien estructurados.
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