Animales
Nocturnos (2016), la segunda incursión de Tom Ford en la dirección cinematográfica,
es un thriller psicológico que explora las profundidades del arrepentimiento,
la venganza y los demonios internos que nos persiguen. A través de una
narrativa no lineal y una estética oscura y agresiva, el director nos sumerge
en la mente de Susan Morrow (Amy Adams), una mujer cuya vida aparentemente
perfecta se ve trastocada por la inesperada reaparición de su exmarido Edward
Sheffield (Jake Gyllenhaal) y su perturbadora novela.
La película se desarrolla en
dos planos temporales entrelazados: la realidad actual de Susan y la historia
ficticia contenida en la novela de Edward. En la realidad, Susan vive un
matrimonio frío y distante. La llegada de la novela de Edward, titulada
"Animales Nocturnos", despierta en Susan recuerdos dolorosos de su
fallido matrimonio con él y la obliga a confrontar las decisiones que la han
llevado a su vida actual.
La
historia ficticia de la novela se vuelve cada vez más vívida y violenta,
reflejando los traumas y el dolor reprimido de Edward.
Es una película rica en
simbolismo y metáforas. La novela de Edward funciona como un espejo que refleja
los arrepentimientos y las heridas emocionales de Susan. La violencia extrema
presente en la historia ficticia representa la ira y la frustración reprimidas de
Edward, mientras que los animales nocturnos del título simbolizan las fuerzas
oscuras que acechan en el subconsciente de los personajes.
Animales
Nocturnos es una película visualmente impactante y psicológicamente profunda.
Los saltos entre la realidad y la ficción dentro del filme te permiten digerir
un poco la violencia de la situación vivida en la novela. La cinematografía con
amplios paisajes bellos, pero con una paleta de colores incomoda, con rojos
contrastantes y tonos sepias te internan en las emociones negativas que
manifiesta el filme.
Un gran acierto es la banda
sonora extremadamente instrumental, nostálgica con los tonos del piano y en
constante alerta gracias al violín tan marcado. La dirección magistral de Tom
Ford, junto con las actuaciones excepcionales del elenco, convierten a esta
película en una experiencia cinematográfica memorable y perturbadora.
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