El discurso fílmico conlleva una parte lingüística siendo
el lenguaje el vehículo obligado del sentido. Eisestein muestra que el elemento
del discurso cinematográfico es la asociación de ideas, siempre basadas en
conexiones lingüísticas, y que para asegurar los encadenamientos semánticos hace
falta, además, una indexación de los sintagmas.
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