jueves, 20 de octubre de 2016



Esculpir en el tiempo



Andrei Tarkovsky


Tarkovsky fue un cineasta soviético que en 25 años de carrera produjo únicamente 7 largometrajes y sin embargo influyó considerablemente en la historia del cine mundial. Su padre fue un gran poeta, que durante la 2ª guerra mundial perdió una pierna siendo corresponsal de guerra. Tarkovsky incursionó en muchas áreas del conocimiento antes de volverse cineasta, estudió música, pintura, escultura, lenguas, incluso geología. Luego de trabajar un solitario año en Siberia, decide hacerse director de cine y en 1954 entra a la escuela de cine VGIK (Instituto Estatal de Cinematografía Panruso). Su primer largometraje “La infancia de Iván” obtuvo el León de Oro en el festival de cine de Venecia, (aun cuando este primer filme no presenta muchas de las características estilísticas de su obra posterior), y a raíz de la fama obtenida, fue vigilado muy de cerca y limitado por las autoridades Soviéticas en tiempos de la guerra fría.
Debido a esto, varios de sus filmes sufrieron censura y bajo presupuesto, por lo que emigra a Italia y después a Suecia, para poder producir con mayor libertad. Sin embargo, contrae cáncer y muere a finales de 1986 a la edad de 54 años, su pieza póstuma “Sacrificio”, fue terminada de dirigir desde la cama de un hospital.
En Esculpir en el Tiempo, Tarkovsky reflexiona acerca de su hacer como productor cinematográfico, considera necesario analizar su propio trabajo. En la presentación se hace una pequeña reseña de la producción de Tarkovsky. Ya en la introducción Tarkovsky habla de los motivos que le llevaron a escribir este libro, entre ellas las cartas que muchas personas le han enviado con motivo de su película El espejo. Que fue aclamada y detestada por igual, personas de la más diversa índole escriben al autor para compartir su preocupación por comprender, o su admiración por la sensibilidad con que trata temas que tocan a todos.
Otra de sus motivaciones era el no encontrar textos sobre teoría cinematográfica que cumplieran sus expectativas, así como exponer sus puntos de vista sobre las posibilidades específicas del cine.

Los comienzos

Esta sección del libro cuenta de las primeras producciones cinematográficas de Andrei, su cortometraje final El violín y la apisonadora así como de La infancia de Iván[1], sobre este último dice Tarkovsky de cómo a veces es mejor no hacer versiones fílmicas de obras literarias, pues en ocasiones la belleza de tal producción reside en la prosa y es imposible transmitir eso en imagen.
Sin embargo, este texto bélico otorga a Tarkovsky la posibilidad de explorar en lo fílmico la crudeza de la guerra no en su violencia, sino en la tensión que describe Vladimir en los momentos entre ataques. La historia que sigue al personaje hasta el momento de su muerte, refleja una mirada más realista, sin auras, del “héroe”. Y el personaje del pequeño, al que la guerra ha arrebatado todo, es lo que más inspiró a Tarkovsky, aún cuando en muchas otras cosas no congeniaba con el literato. Al respecto nos dice que muchas veces el guión literario es transformado por el director en guión de dirección, siempre que no se pierda de vista el objetivo general.
Andrei afirma que lo que más le atrae del cine son las conexiones poéticas que el cine permite. Ya que la lógica poética es la que más se semeja el pensamiento humano, aún cuando la lógica racional de sucesos concatenados con  un inicio y un fin es lo que más se tiene estandarizado.
A diferencia de la lógica especulativa, en el arte son las relaciones asociativas que mezclan razón y emoción a un tiempo lo que enriquece el discurso. Es también una forma de no darle conclusiones al espectador, sino hacerlo partícipe de la construcción de las imágenes. “Al hablar de poesía no estoy pensando en ningún género determinado. La poesía es para mí un modo de ver el mundo, una forma especial de relación con la realidad”.[2] El artista como investigador de la vida[3].
Tarkovsky también señala la importancia de considerar tanto la visión subjetiva del creador, como la representación objetiva de la realidad. Esto lo menciona porque muchas veces se hace solo énfasis en conseguir una imagen símil, pero hueca de la vida.
Otra cosa que menciona el autor, es sobre la especificidad del cine, y cómo en su época se encuentra truncada por la influencia de otras artes como la literatura, la pintura o el teatro. Pues hay estándares y fórmulas de estas artes en las que muchos directores se apoyan, pero en la visión de Tarkovsky esto sólo trunca las posibilidades específicas del cine. Él habla de una lenta evolución de este arte, en el que en algún momento llegará a su independencia; pero, en la actualidad, observando la infinidad de producciones cinematográficas, con infinidad de efectos especiales, movimientos de cámara, y edición, me pregunto si en verdad se ha llegado a ese punto. No hay producto audiovisual actualmente que pueda presumir de ser único ¿acaso importa?
Para Tarkovsky el cine tiene la posibilidad de representar la vida, con toda la borrosa inexactitud que en la memoria queda de los eventos sucedidos. Tarkovsky rechaza la mera ilustración en la puesta en escena, la transformación de ésta en meros signos, pues entonces es un “esquema lleno de mentira”[4].
Como se mencionó al principio, La infancia de Iván no tiene muchos de los rasgos que caracterizan su producción posterior, ya que muchas de las cosas expuestas en este libro las aprendió durante la filmación de la misma o incluso después.


[1]Filme basado en el libro Iván de Vladimir Bogomolov, publicado en 1958.
[2] Tarkovsky, Andrei. Esculpir en el Tiempo: Rialp, S. A. P 39
[3] Ídem P 40
[4] Ídem P 45

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